Recuerdos de infancia ¨La Cenicienta y su Zapatito Escolar ¨
Cuando ya tenía nueve a diez años iba y venía sola en micro o autobus del colegio a la casa, para nosotros los que cursábamos básica era gratis y bastaba solo insinuar -¨Permiso¨, medio culposo cuando pasabas junto al conductor, que detenía su máquina o por casualidad o porque le causabas lástima o justo habían adultos que le hicieron parar así que te subías rápidamente junto a otros cachorros que esperaban ansiosos este momento.
Una mala mañana que figuraba colgando yo en la puerta, el chofer aceleró y apenas alcancé a subir mi segundo pie y zas! Que pierdo un zapato.
Me puse a llorar, buscaba el momento oportuno para lanzarme, quería recoger mi zapato, la gente que estaba junto a mi en la escalera entendió el motivo de mi angustia que claramente se centraba en mi pie descalzo y gritaron al chofer que se detuviera.
Me bajé y caminé sin un zapato hasta que encontré el par perdido... Fue extraño encontrarlo y verlo, era como un zapato típico solo y extraviado, pero esta vez yo recogí ese pobre zapato, lo puse en mi pie dudando si era mi zapato recién accidentado, estaba frío y tras un par de segundos lo reconocí, me auto agradecí el haberlo encontrado y caminé con mis zapatos felices.
Decidí que ese día no iría al colegio, caminaría hasta cansarme por la vereda que da el sol.
Fin
Cuando ya tenía nueve a diez años iba y venía sola en micro o autobus del colegio a la casa, para nosotros los que cursábamos básica era gratis y bastaba solo insinuar -¨Permiso¨, medio culposo cuando pasabas junto al conductor, que detenía su máquina o por casualidad o porque le causabas lástima o justo habían adultos que le hicieron parar así que te subías rápidamente junto a otros cachorros que esperaban ansiosos este momento.
Una mala mañana que figuraba colgando yo en la puerta, el chofer aceleró y apenas alcancé a subir mi segundo pie y zas! Que pierdo un zapato.
Me puse a llorar, buscaba el momento oportuno para lanzarme, quería recoger mi zapato, la gente que estaba junto a mi en la escalera entendió el motivo de mi angustia que claramente se centraba en mi pie descalzo y gritaron al chofer que se detuviera.
Me bajé y caminé sin un zapato hasta que encontré el par perdido... Fue extraño encontrarlo y verlo, era como un zapato típico solo y extraviado, pero esta vez yo recogí ese pobre zapato, lo puse en mi pie dudando si era mi zapato recién accidentado, estaba frío y tras un par de segundos lo reconocí, me auto agradecí el haberlo encontrado y caminé con mis zapatos felices.
Decidí que ese día no iría al colegio, caminaría hasta cansarme por la vereda que da el sol.
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