viernes, 15 de marzo de 2013

AGUAYOS

Bolivia, al sur.

Visité una región de este país donde la mayoría de sus habitantes son simples y respetan a la tierra, sus costumbres ancestrales vigentes basadas en creencias milenarias y un espíritu espontáneo  conforme a la vida y sus obsequios.
No necesitan más que los elementos básicos para vivir y te persuade, en su mayoría son bilingües, hablan su lengua natal ( Aymara o Quechua) y español, es simpático que la gente te pregunte porqué no hablas Quechua.
Fui desde Arica en un bus hasta Patacamaya, que ahí me bajé, había carnaval, así que estaba todo suspendido, mientras pasaban las caravanas de gente danzando  con trajes típicos.

Tenía hambre y me acerqué a un negocio donde compre un queso y pan,  hice un sándwich y pregunté como podía ir hasta Oruro.
El plan de ruta era;
 Arica -Patacamaya-Oruro-Sucre.
Así en Sucre, partir conociendo y familiarizarme con el Origen de las Mantas y Aguayos tejidos a mano con telar.
Había buses que  decía Oruro que se detenían dos segundos y como hormigas trataban de subir las cholitas, hombres con animales, animales, de todo! Tanto  que los auxiliares les gritaban al conductor que acelerara y partían dejando algunos individuos colgando.. ¨Era un riesgo de accidente en mi futuro cercano¨ pensé.
Había también microbuses, como furgones repletos de gente, un caos al que añadimos pequeños niños con pistolas de agua y harina, que celebraban el carnaval tirando a los rostros de la gente sus municiones, justo ahí se pone a llover.
Entre toda esta multitud comiendo aun mi seco sándwich, pensé en armarme de valor con el próximo bus que se detuviera, pero  de pronto aparece un furgón vacío frente a mi y decía su letrero Oruro, le levanto la palma de la mano casi como saludando este regalo y el conductor me indica que un poco más adelante donde se detuvo, entre toda esta confusión fue invadido por un montón de personas, él descendió del transporte y me esperó, yo llegué de inmediato obvio, tomó mi mochila  la puso atrás, me fui como copiloto.
Acá si no gritas lo que quieres es posible que nunca lo obtengas, pero en este caso tuve mucha suerte.
Una hora y media o tres, nos demoramos en llegar a Oruro, era un camino plano, colores pasteles pampa, con lluvia y frío, las montañas como un gran muro al horizonte por ambos costados.
Oruro estaba con los vestigios del carnaval, que por lo que leí, es uno o el más importante de Bolivia  nombrado ¨ Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad ¨. Algo así, por la Unesco.
A cada instante se escuchaban petardos y pasaban grupos de gente bailando aisladamente, un ambiente de alcohol con resaca de fiesta que no me agradó. Tomé bus esa misma noche a Sucre el primer salón cama de verdad, eran 12 horas de viaje o 14.
Nunca sabes que va a pasar en Bolivia, el tiempo es relativísimo de acuerdo al habitante o persona con quien tratas.
Llegué a Sucre, que es la capital constitucional de Bolivia a las 6 am, me hospedé en la hostal Cadena que fué un acierto, ubicada en el centro, agua caliente, cocina a disposición, con horarios eso si, pero perfecto para mi.


Mi centro de actividades fue esa hostal, desde donde fui a los lugares de venta y exposición de tejidos y diferentes técnicas de urdidumbre.










 Cercano a Sucre, a una hora de viaje en microbus, hay un poblado llamado Tarabuco, donde se expone una de las ferias más importantes de urdidumbre los días Domingo. En esta feria venden una inmensa cantidad de tejidos, los pobladores desde todas partes aledañas a este lugar, comercializan sus mercaderías.
Faltaba para el Domingo.

-Llovió lindo ayer-, decía un poblador anciano tras una gran tormenta con rayos, truenos y relámpagos, que luego de su paso cortó  caminos,  y nos dejó sin ruta para subir a un poblado llamado Maragua.- ¨ Ojalá siga, porque la tierra pide agua¨- Concluye.
Quise ir a Maragua y una vez que subimos quedamos estancados en el lodo, nos bajamos para ver que grado de hundimiento teníamos y nos encontramos con unos pobladores que estaban esperando sacar su camión del mismo barro que atrapó nuestro vehículo.
En este lugar los transportes públicos son camiones que trasladan a los pobladores en la parte posterior cubiertos con plásticos, encontramos dos camiones en la ruta enterrados en el barro con sus usuarios esperando a un costado del camino para cuando el sol caliente el suelo secándolo y puedan sacar el transporte del barro rojo.
Si no sale el sol, están preparados, con agua caliente y sus ropas son tantas que con todo lo que llevan encima seguro les ayuda a soportar las bajas temperaturas nocturnas y las mantas de alpaca o llama, tejidas a mano y telar, ¨Apretaditas¨ como describen ellos, son impermeables a la lluvia.



A una altura considerable se presentan las montañas como dioses, con colores y formaciones jamás vistas por esta humilde servidora, huellas de dinosaurios verticales, nacimientos de rocas rosadas, burbujas petrificadas del tamaño de un ternero, los fósiles con crustáceos salen de la tierra como si quisieran avisar que en ese lugar se esconde una historia de siglos.
El paisaje me transporta al pasado, veo la inmensa vida que tiene el planeta y que una vida como la mía no alcanza a representar una mínima fracción de segundo en toda esta historia.

Conocí una familia Aymara que me invitó a su hogar, ahi me mostraban sus telares y  como tejían en estos donde confeccionan sus mantas que luego venden  en los mercados y ferias.
Poco a poco fui entendiendo que sus técnicas de tejido y todo el esfuerzo que hacen se plasma en diseños muy bien elaborados y con amor, ellos trabajan sus mantas con una dedicación que emociona.
Dependiendo de la técnica de urdidumbre y sus conocimientos  traspasados desde sus lazos ancestrales es cómo van diseñando su tejido, inspirados en seres mitológicos y animales sagrados, y ya más contemporáneos como helicópteros y leones africanos, entre otras cosas.


















He decidido comprar sus mantas, que son obras de arte para mí, es frecuente en los habitantes de las montañas tejerlas a telar con lanas que esquilan de sus propios animales, tintes de sus vegetales y elementos de la tierra que los rodea, cuando estuve en una parte del camino del inca, observé consternada cómo se reproducían los colores de las mantas que he estado estudiando, entendí el concepto.





 Personalmente, mientras más antigua y usada al parecer, me gusta más, las valoro enormemente, tanto que me cuesta hacer negocio, pero quiero entregar dignidad al trabajo de estas personas, esa esencia cordillerana y herencia ancestral impregnada en los trabajos tejidos, lo encuentro impagable.



 


Así hice un recorrido y reconocimiento de terreno y vuelvo a hasta Arica en Bus desde ahí avión a Santiago con una que otra manta que fueron vendidas de inmediato, lo que me estimuló a un segundo viaje un par de meses después, esta vez desde Santiago a La Paz y desde La Paz un bus cama a Sucre.

Primera visita a La Paz en mi experiencia viajera.
Los autobuses tipo micro prácticamente no existen en esta capital, se ve una cantidad considerable de estos microbuses tipo furgón con una persona gritando el destino todo el tiempo, todos gritan y son al menos unos cien o doscientos fácil.
Al principio no entiendes nada, pero luego de haber cruzado la frontera en Tambo Quemado en mi primer viaje, te entregas a un destino donde todo puede pasar.
Entonces, como siempre me muevo entendiendo un poco el sistema, mi apariencia nuevamente me favorece, la gente es muy amable conmigo y me responden tranquilamente todas las preguntas.
Ya pasado el impacto del griterío y con la información necesaria para llegar a mis destinos, me atrevo a buscar el número microbus que me sirve para bajar al centro, estoy en El Alto, muy cerca del aeropuerto.
Debo destacar que es impresionante ver por primera vez La Paz desde El Alto,  cuando vas bajando de pronto aparece el paisaje que es practicamente una inmensa grieta llena de casas, edificios pequeños,  de tonos terracota, realmente una capital como nunca había visto. Bueno, en realidad siempre evito las capitales, pero he madurado y ahora si es absolutamente necesario me animo a recorrerlas a pie, involucrándome con su habitantes.
Al llegar al centro me dirijo al lugar donde venden mantas y tejidos de distintos departamentos de Bolivia, también necesitaba lectura que me orientara al respecto.
Fui a mirar  y encontré muchas tiendas con variados diseños de mantas, muchas industriales, pero si buscas bien encuentras buenos trabajos, es bastante caro comparado con el departamento de Chuquisaca, pero había variedad de diseños originarios de distintas etnias y localidades que yo no conocía hasta entonces.


Telar tiejido característico de Potolo, Rojo y Negro, urdidumbre complementaria, diseños seres mitológicos.


Miré, busqué, entendí más o menos los precios y partí a Sucre.
Era viernes y el Domingo tenía que comprar gran parte de  mi pequeña inversión en Tarabuco, un lugar donde los Domingos bajan desde los lugares más recónditos de las montañas los pobladores a vender sus tejidos y a abastecerse de víveres básicos.
Llegué el sábado y fui a saludar a quienes ya conozco, compré algunas mantas a la Sra Clementina,  es una señora Aymara viejita que vende cosas interesantes, su puestito es su casa tan pequeño que pasa casi desapercibido, vende cosas de difuntos y piezas de bailes antiguas, para mí una de mis mejores caseras, sus piezas son antiguas y llamativas de colores radiantes. Su casa queda fente al mercado de Sucre, hay que pasar con tranquilidad para verla.
También compré otras a Guillermina con Valeriano un matrimonio que vende artesanías, antigüedades y mantas tradicionales, su tienda queda en plena plaza 12 de mayo, frente a una iglesia.

















El domingo tipo 6 am nos juntamos con Guillermina, ella me enseño como se va la gente normal a Tarabuco, sin pagar demás con los turistas y nos fuimos juntas en un autobus a Tarabuco, le ayudé a cargar sus grandes y pesadas bolsas, aun me sorprende el rol de la mujer en Bolivia, cargan como si nada en su espalda estos sacos muy pesados, a veces con un bebé colgando en su parte frontal, además de tejer, seguro cocinar, criar, en fin.


Llegamos tipo 8.30 y yo partí a los cerros devolviéndome por el camino para sacar fotos desde la altura. Cuando retorné al pueblo ya estaba armada la feria, algunos aún abriendo sus negocios, pero el pueblo estaba lleno de colores y gente.









Comencé mi búsqueda y encontré casi todo ahí, busqué más diseños pretensiosos, muy coloridos y de llama también.
Compre variedades de mantas muy bonitas. Otras muy antiguas.
En realidad estuvo un poco excesivamente rápido, para la próxima iré con más tranquilidad.




Estas fotos básicamente las pagué,  es difícil que los pobladores con tan hermosas vestimentas se tomen un tiempo para posar frente a una cámara voluntariamente, mi piel morena facilita al menos que los aborde para tratar de comunicarme con ellos y plantearles mi oferta que consistía en comprarles algo o incluso directamente les preguntaba si me cobran por una foto.

Es más agradable que andar persiguiéndolos, intentando que cuando te miren no lo hagan con brillo de molestia en sus ojos, es necesario para un buen retrato.
(Aun que tampoco es que en los retratos que logro, salgan muertos de risa)




 A los seres de aspecto caucásicos les cuesta mucho todo, es como que les guardaran recelo, he visto que inclusive escupen sus pies para demostrarles su desprecio cuando van y toman fotos espontáneamente, tendrán sus fundamentos, pero se ve que los pobladores del interior de la cordillera son racistas con los de apariencia occidental.

Conocí a María Reina gracias a su padre, ellos te hospedan en su hogar en Yamparáez y te hacen clases intensivas de urdidumbre y costumbres locales, me pareció buena idea para una próxima oportunidad.

Eso es el domingo en Tarabuco, hay en su mayoría tejidos del departamento de Chuquisaca, también encuentras tejidos de Cochabamba y Potosí, los que son muy llamativos son los de Potólo esos negros y rojos, las mujeres toman mucho tiempo tejiendo estos complejos diseños, un día por línea indican.


Candelaria también se presenta con diseños más pequeños y muchos. Azul, negro y blanco ya con hilos industriales, desde fundas para celulares, bananos, carteras, muy populares.

 Yo busco y miro ponchos, Aqsus, Aguayos, ponchillos.
Tarabuco en realidad es el paraíso de la urdidumbre, pero hay algo más.
Entre esas montañas existe una energía inigualable, tal vez por la altura, no siento la aspereza mundana, siento que ya traspasada la barrera cultural, todo fluye sanamente.
 Son gente sencilla, noble y testarudos, como una.
Sra Guillermina, en Tarabuco.

























Nunca me encontré en situación de riesgo, nunca viví alguna hostilidad ni peligro, los bolivianos son gente muy directa, ingenuos y transparentes.
Esa misma noche tomé cargadísima el bus cama a La Paz donde tomé avión el martes por la mañana, estuve todo el lunes muy ocupada comprando lo que tenía visto, más mantas, seguir cotizando y mirando trabajos. Además compré dos libros de urdidumbre muy completos, con fotografías y detalles de localidades diferentes que son parte de la historia en los Andes.
Hay unas fajas que me gustaron mucho, largas y con memoria ancestral. Los integrantes de una familia determinada van tejiendo por generaciones la misma obra, que trascienden hasta que uno de ellos lo vende, estas piezas son las más cotizados, pero los tejidos tradicionales tampoco dejan de sorprender. Existen muy antiguos, con ¨heridas¨ como les llaman los seres locales, que son hoyos en el tejido, naturales por la antiguedad y uso.



Y aquí nace mi marca, que espero siga teniendo oportunidades para desarrollarla como un concepto para valorar el intenso esfuerzo de estas personas que además de plasmar su identidad en estos trabajos, han trascendido por miles de años, es parte fundamental de sus vidas.
Me encanta!

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