viernes, 18 de julio de 2014

Piedras

Cuando viajo, recojo piedras como por defecto,  como si me llamaran y me dijeran en silencio ¨llévame contigo¨, así dependiendo del tamaño, las hecho en mi bolsillo o en la mochila que cargo.

Esto se remonta a mi infancia, cuando era niña siempre llegaba con piedras que luego se extraviaban, hubo un período que me descabezaba buscando las piedras ideales para jugar a la payaya, luego en mi adolescencia, conocí la clásica resortera, que es un arma rústica que en chile se le llama erróneamente honda que es lo que usó David para vencer a Goliat.
Las piedras que yo escogía del suelo eran muy especiales para que tuvieran un viaje feliz cuando eran lanzadas por el elástico de esta herramienta, un mal día le dí en la frente a un chico, luego de eso abandoné este juego peligroso para mi ansiosa pasión...
Me dediqué entonces todas las vacaciones que íbamos al lago a seleccionar piedras para lanzar al agua como ¨patitos¨ las piedras eran apaisadas y del porte de una naranja mediana, redondas. Nunca me fue muy bien con esta recreación, pero todo sirve,  más adelante me ayudaría como experiencia incorporada para lanzar pelotita en una rama de atletismo en el colegio donde si tuve reconocimiento destacado.
En mi post adolescencia recuerdo patente que tuve un novio que me revisaba los bolsillos y sacaba piedras comunes, por suerte tenía humor y se convirtió en rutina eso de revisar mis cosas personales para ver que tipo de piedras había recopilado y así entender los lugares que había yo andado.
Y así las piedras siempre han sido una compañía y un estímulo, me fijo en ellas, elijo diferentes con brillos, matices, rugosas, transparentes, colores y formas, si no, cuando camino por parajes desconocidos, siempre echo aleatoriamente unas cuantas en mis bolsillos por si aparecen visitas non gratas.

Adulta ya, es muy común que cuando toman mi equipaje, el auxiliar del bus me diga ¨Oiga su equipaje está muy pesado, que lleva ¿piedras? - Si, respondo.

Tengo piedras de la selva amazónica, de los parques del sur de Chile, redonditas de los ríos, del desierto del Sahara, de Tahiti, México, Bolivia y su altiplano, Pamplona, Roma, Brasil, Varedero en cuba, la región de la provincia en Francia, del Valle sagrado en Perú, de la alta cordillera en Chile, de las playas, bosques, minas, profundidades marinas.
Hoy  las piedras me encuentran, se ha intensificado el cuarzo y sus cristales milenarios, pienso que por los lugares que frecuento, a veces me siento  en el living de mi casa a revisarlas, muy de cuando en vez, y al tomarlas se viene el momento en que pasaron a ser parte de mi, el tiempo y espacio que la recogí, el calor o el frío, si había sol, tierra, arena, humedad, sombra o agua, son un regalo con sensaciones maravillosas de un instante de mi vida, con olor, cantos de las aves, sonido del viento, olas o las ramas de los árboles, es como una fotografía de armonía y diferencia, un dibujo con aroma,  movimiento traslúcido, y lo que se presenta en ese segundo, minuto, hora. Es mi presencia en la tierra y la percepción de lo maravilloso que es vivir en varias dimensiones.. Ese momento atemporal en mi espíritu que lo hace brillar.
Son muy valiosas para mi.

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