miércoles, 5 de febrero de 2020

Prana

¿Qué es lo normal? Lo que se normaliza dentro de la especie humana, es normal que usemos el plástico por ejemplo. No es normal que nos asfixiemos dentro de una bolsa, como muchos animales marinos.
Es normal que las mujeres usen maquillaje y brillos, pero no es normal si un macho se pone vestido y brillos para cortejar una hembra como muchas especies de aves.
Es normal que compremos el agua en Chile, es normal que se sequen los valles y mueran los sanadores, lo que no es normal es que busques en la cima el agua y te sanes solo.

No soy normal, la civilización me obliga a aparentarlo, ha sido difícil avanzar paralelo a lo normal.
Aportando a mi poca normalidad tengo ciertas manifestaciones en el inconciente de tipo predictivas, gran aporte a esto es que no le temo a la muerte y si respeto mucho el dolor, entonces ayudo porque hay en mi una especie de misión que es transmitir la escencia de amor a la gente que me indican, el amor incondicional, una misión extraña para alguien que no sabe amar a la pareja o simplemente avanza sin detenerse a sufrir.
-Sin duda una gran misión-.

En general me terminan llamando bruja buena, eso es normal para ellos. Para mi es una virtud recogida en estas cuatro décadas y media, es una magia entregada por los elementos, regalada, inmadura siempre pues en la medida que envejezco se vuelve más fuerte, sorprendente y acertiva.

Prana, es la energía vital, ese cosquilleo que aparece cuando se nos presenta lo que denominamos fenómeno de lo natural dentro de un mundo circunstancial lleno de estímulos socializados, pero lo simpático acá es que es lo que siempre ha existido en nuestra tierra a través de los siglos, la sociedad no entiende que el fenómeno es ésta misma, una especie que ha proliferado como un virus, levantando grandes muros de auto convicciones, codicia y egos. Pero volviendo a lo trascendente y fundamental, el prana es simple y puro, volver a nuestro orígen, conectarse con el universo, es sentir emoción con las ballenas y sus sonidos, cuando termina la tromenta de arena y puedes ver el horizonte, cuando te lanzas al arrecife y descubres que bajo el mar está exactamente lo mismo que en la tierra, acantilados, vida ingenua y curiosa que te recibe y acompaña, cuando estás tan arriba en la montaña que puedes saludar a los ojos un cóndor que se acerca para conocerte y lo que más me fortalece y energiza,  la vibración de la selva que es el orígen del movimiento vital sobre tierra y vegetación, un espiral de ADN.
 Es agradecer y agradecida estoy.

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