Iris

Ese que la mamá trae al visionar.

Ser claro y específico, el que desprende sabiduría, no es un Nóbel , no es gran estudiado, es alguien que valora la libertad, la soledad y dignidad, que ha cursado un camino intuyendo su felicidad, con capacidad de mirar  su vida desde lo alto, es un logro personal.

Este un viejo interesante, viejo libre, viejo hermoso, adivino así será, es la forma natural de sentarme a escucharlo y observar, analizar sus movimientos, su mirada, sus arrugas, su semblante al sonreír, el brillo sincero en sus ojos, sus manos esas de trabajador trabajado...
¿Es posible creer nuevamente?
 El camino ha sido crudo, el confiar hasta que duele, porque ciega se convierte al ver de cerca, más entorpecen la estructura social imprudente, hipócrita, inconsecuente, la sencilla ceguera mortífera.

 Avanza cría en brazos, aparentando hasta la última célula, creyendo en la fortaleza que al tiempo va descamando las capas de la piel como una rosa madura, opacando los iris, soltando el cabello de a montones. Ciega caes, ciega enfermas.

Desconfianza es la herencia añadida a la descendencia, luciérnagas traen la fuerza oculta, se activa y asoma con la selva, la sonrisa menos triste, las venas tejen trenzas, las arrugas ya aparecen, esa loma está más alta para admirar esta experiencia.
Desde el cerro que me sostiene, con residuos de amargura la paciencia, la conmoción,  miro el sol, espero la luna, el retoño crece sin amenaza de ceguera, dando vueltas en sabia cuna con el viento que la lleva, deja y trae.
Es un templo impenetrable construido en inconsciencia donde ambas desarrollamos una alegre convivencia.