Esta vida y sus estocadas en un caprichoso espectro de su pasar.
Entonces a la vida se le ocurre ponerse difícil sorprendiendo la precaria armonía a golpes, quitando lo irrecuperable, matando los entornos, eliminando las apasionadas inversiones invisibles.
Entonces la vida se pone caprichosa y descubre aquellos tesoros preciados con los que hace tambalear este implacable semblante, ejecutando sus intenciones una y otra vez.
Una sensación vitalicia de castigos impregnados de injusticia.
Una subjetiva e incompleta mirada.
Entonces agazaparse en la ansiosa calma victimizada, se acerca como un suspiro el objetivo, el clímax del capricho, intangible, silencioso.
Viene a derrotarte, ese que no sabrías como superar.
Entonces el asertivo puñal temido es naturalmente recibido con resignación anticipada, con sabiduría impermeable, como prediciendo donde se posará desgarrando el miedo en su camino.
Entonces casi inmune a la herida me incorporo en medio de la tormenta dignificando el dolor.
De pie bajo la lluvia, estoica, doblegada, mis pies enterrados en el frío barro se entibian con lágrimas cargadas de profunda pena aprendida, agradecimiento eterno.
Soy tu guardiana de honor esperando el viento.
A mi Congoleño.
Entonces a la vida se le ocurre ponerse difícil sorprendiendo la precaria armonía a golpes, quitando lo irrecuperable, matando los entornos, eliminando las apasionadas inversiones invisibles.
Entonces la vida se pone caprichosa y descubre aquellos tesoros preciados con los que hace tambalear este implacable semblante, ejecutando sus intenciones una y otra vez.
Una sensación vitalicia de castigos impregnados de injusticia.
Una subjetiva e incompleta mirada.
Entonces agazaparse en la ansiosa calma victimizada, se acerca como un suspiro el objetivo, el clímax del capricho, intangible, silencioso.
Viene a derrotarte, ese que no sabrías como superar.
Entonces el asertivo puñal temido es naturalmente recibido con resignación anticipada, con sabiduría impermeable, como prediciendo donde se posará desgarrando el miedo en su camino.
Entonces casi inmune a la herida me incorporo en medio de la tormenta dignificando el dolor.
De pie bajo la lluvia, estoica, doblegada, mis pies enterrados en el frío barro se entibian con lágrimas cargadas de profunda pena aprendida, agradecimiento eterno.
Soy tu guardiana de honor esperando el viento.
A mi Congoleño.
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